Tras un tiempo de haber estado aislada de mis natos sentimientos, de mi cerebro neutro y vacío, mi respiración normal y de los ligeros bienestares tardíos, contemplo la frescura de los amaneceres; los colores que me alimentan, que hace tanto no había visto.
El aprecio al aprecio llega en el momento donde el recuerdo libera pedazos de sensatez y gusto por el pasar de los días, al modo que fueron y el periodo que formaron. La realidad forjada empieza a brindar un tenue brillo que se sobrepone sobre el recuerdo en esencia y da parecer un contexto que, siendo el mismo, luce distinto.
Lo que antes causó dolor y desilusión, avanza. Realmente no es uno quien debe caminar y dejar atrás lo sucedido, sino dejar que estos pasen, aunque sea por enfrente tuyo o de otras personas con un vinculo hacia ti, conservar tu esencia y tu persona tras los daños y años, es en realidad el merito ideal
sábado, 4 de julio de 2009
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